“Al cantar se produce algo increíble a nivel orgánico. Es un espacio terapéutico”
El 22 de noviembre se celebró el Día Internacional de la Música, vinculado con el cristianismo y en memoria de Santa Cecilia, protectora de músicos y de poetas. Por ello, el profesor Alberto Guede fue consultado e hizo referencia a la importancia de esta forma de arte para aliviar el estrés y disminuir la carga de tensiones entre las que vivimos actualmente.
“Quien canta sus males espanta. Al cantar se produce algo increíble a nivel orgánico y más aún, cuando se canta con otros porque se empieza a vibrar en la misma sintonía; la gente pierde noción del tiempo” comenzó diciendo el entrevistado, quien aseguró que la música es una actividad que abarca todas las edades: “Se puede hacer música de forma individual o con otros. La ventaja de hacerlo así es que tengo el apoyo de mis compañeros y me beneficio con lo que ellos me aportan porque es un momento de fraternidad y de tirar todos para el mismo lado, que es lo que necesitamos los argentinos” dijo Guede, haciendo especial hincapié en que siempre se puede empezar a cantar, sin importar la edad ni los conocimientos. Tanto es así que él en el coro que dirige en Carhué tiene alumnos de más de ochenta años.
“La música es un escape para un montón de cosas. En Artimusa de Pigüé tengo gente de cincuenta, de cuarenta, de treinta años y hasta adolescentes que comparten con las demás generaciones sin diferencia, se descubren mundos y se empiezan a apreciar géneros desconocidos” compartió, al tiempo que consultado sobre los efectos de la música en la gente y lo que él ha podido observar durante su trayectoria, contó: “Es un espacio terapéutico y he conocido gente que ha tenido problemas de salud y con la música con otros ha podido mermar esos problemas. Es algo muy fuerte porque las enfermedades nos vuelven vulnerables, pero tener estos espacios genera una energía que ayuda a aliviar dolores”.
Por otro lado, lo que señaló Alberto Guede fue que ayuda, la música, a generar confianza personal y autoestima: “Es un espacio genial para que, en el caso de los niños, tengan otros compañeros y se vinculen con otras personas. Se pierde la noción de lo generacional y hay niños de siete años compartiendo con adolescentes y todos disfrutan por igual” marcó, asegurando que son muchos los niños que tenían pánico escénico que han podido superarlo gracias al canto grupal o a participar de coros.