Gastón Zárate y el recuerdo como alumno y docente en el 50° aniversario de la Escuela Agropecuaria
En el marco de los festejos por los 50 años de la Escuela Agropecuaria N° 1, uno de los momentos más emotivos de la jornada fue el discurso del médico veterinario Gastón Zárate, exalumno y exdocente de la institución, quien compartió sentidas palabras que recorrieron con gratitud y emoción su paso por la escuela, los vínculos que allí se forjaron y la importancia de la docencia como pasión transformadora.
“Directivos, docentes, exdocentes, padres, alumnos, exalumnos y no docentes… Primero quiero agradecer la invitación y felicitarlos a todos por haber logrado colocar a la Escuela Agropecuaria como referente en la zona. Es un símbolo de la educación rural en la Argentina”, comenzó diciendo, con tono sereno pero profundamente agradecido.
Zárate expresó su orgullo por haber compartido dos etapas fundamentales dentro de la institución: primero como estudiante y luego como docente. “Esta gran institución permitió el desarrollo de muchas generaciones como personas íntegras”, remarcó.
En representación de los exdocentes, recordó momentos de crecimiento institucional, pero también los tiempos difíciles, como los vividos durante la pandemia. Destacó especialmente la calidad de la formación científica y tecnológica recibida, que le permitió continuar su camino académico en la universidad, pero puso un énfasis especial en algo más íntimo y duradero: la amistad.
“¿Cómo negar la importancia de los lazos de amistad que se generaron hace 40 años? ¿A quién no le gusta comer un asado con sus amigos de la secundaria?”, preguntó, despertando sonrisas cómplices entre los presentes. Y agregó: “Hoy, mucho tiempo después, seguimos juntándonos y la química que surge entre nosotros es la misma que el primer día de alumnos. Las anécdotas de algunas travesuras y macanas surgen como agua… va, a veces como vino”.
A los alumnos actuales, les dejó un mensaje claro: “Los amigos de hoy serán los que los acompañarán para siempre, en las buenas y principalmente en las malas. Disfruten día a día, no falten a ningún asado, no falten a ninguna reunión. Compartan el mate con la mayor cantidad de compañeros que puedan, porque van a estar sembrando la semilla de la amistad que los acompañará toda la vida”.
Zárate también habló de su segunda pasión: la docencia. “La pasión en un docente es fundamental. Sin pasión, no hay nada. Cuando uno ve a un docente apasionado, contagia y dan ganas de aprender. Esta escuela contagia pasión por aprender, por hacer cosas. No importa si salen siempre bien, lo importante es intentarlo”, expresó con convicción.
Con humildad y profundo respeto, se refirió a su paso como docente en la escuela: “Traté de hacerlo lo mejor posible, con responsabilidad y respeto hacia los alumnos, que son el bien más preciado dentro de la escuela”. Recordó con cariño el trabajo compartido con colegas en la mejora del laboratorio, la biblioteca, y los entornos formativos, que caracterizan a la Escuela Agropecuaria. Y destacó la importancia de continuar el legado de los profesores que marcaron a generaciones enteras: “Fueron un pilar no solo de conocimiento, sino también emocional. Siempre tenían una palabra de contención, como si fueran nuestro segundo padre”.
Como cierre, sintetizó el espíritu de la institución que celebra su medio siglo de historia: “Los docentes siempre nos inculcaron el esfuerzo y la disciplina como eje central, pero también la solidaridad y el compañerismo como un acto enteramente humano. Mil gracias por permitirme ser parte de esta gran familia. Gracias”.
Las palabras de Gastón Zárate no solo emocionaron, sino que también reflejaron con claridad la identidad de la Escuela Agropecuaria: una comunidad educativa donde el conocimiento se enseña con pasión, y donde la amistad, el compromiso y el sentido de pertenencia perduran para siempre.