03/10/2024MEDIO AMBIENTE

Suspenso hasta el final y emoción: así se vivió el “anillo de fuego” en el punto cero del eclipse anular en Argentina

Mil personas llegaron a Puerto San Julián, a 2.155 kilómetros de Buenos Aires, para ver el fenómeno astronómico. Hasta último momento el cielo estuvo nublado, pero finalmente hubo premio para los que viajaron. Suspenso hasta el final y emoción: así se vivió el "anillo de fuego" en el punto cero del eclipse anular en Argentina. 

Finalmente, a las 17.27 del 2 de octubre, el ansiado "anillo de fuego" se mostró en su punto máximo en el cielo de Puerto San Julián, Santa Cruz, a 2.155 kilómetros de Buenos Aires. Este eclipse solar anular, evento astronómico bastante excepcional, generó la concurrencia de cientos de personas que se apostaron en el Punto Cero, justo al lado del barco réplica del histórico Nao Victoria de la flota magallánica.

Ahí, con protección ocular, locales y turistas nacionales e internacionales pudieron ser testigos de una experiencia singular que probablemente guardarán para toda la vida: la Luna interponiéndose entre el Sol y la Tierra, sin tapar por completo los rayos del Sol.

El evento "Eclipse, Punto Cero", organizado por la Municipalidad de Puerto San Julián y su Dirección de Turismo, venía trabajándose desde hacía 3 meses, con la intención de recibir la mayor cantidad de visitantes posible.

Puerto San Julián fue considerado el lugar de mayor visualización del eclipse, junto con otras tres localidades de Santa Cruz: Las Horquetas, Puerto Deseado y Gobernador Gregores. Y esto se reflejó en la ocupación hotelera, que fue inusitada para octubre en esta ciudad patagónica. Más de 800 plazas colmadas, y más de 1.000 visitantes en total, según estimaciones de la Dirección de Turismo.

"Está mucho más poblada, hay más autos. Un día común ves autos solo en la sede del Correo. Es menor la cantidad para otras festividades. Por ejemplo, la fiesta de aniversario de San Julián trae menos gente, y eso que dura 3 días y hay recitales. Pero estos días, está todo ocupado al 100%", contaron.

Sin embargo, las especulaciones en torno al escenario de nubosidad en el cual iba a desarrollarse este fenómeno astronómico se sostuvieron en los días previos y permanecieron incluso durante el día tan esperado. Era el temor principal: no lograr ver el anillo de fuego en su esplendor.

Las nubes estuvieron cubriendo el cielo hasta el momento del inicio oficial del evento, a las 16, cuando se despejó un poco más el panorama, aunque nunca del todo. A esa hora se alcanzó el pico máximo de asistentes, hubo presentaciones de danza y se introdujo al fenómeno como "un suceso astronómico que ocurre una vez cada mil años en el mismo lugar".

Toda una marea de colores comenzó a colocarse sus lentes con protección ocular cuando ocurrió el "primer contacto" de la Luna y el Sol, que se dio a las 16.35. A los grupos estudiantiles primarios y secundarios se les brindaron 3.000 lentes donados por la fundación Astrónomos sin Fronteras. También la Municipalidad entregó unidades a grupos familiares y de amigos.

Alumnados de localidades cercanas también llegaron para disfrutar del evento como una actividad educativa.

"Vinimos a ver el eclipse como un proyecto de las materias de matemática, física, tecnología e historia. Hicimos nuestros telescopios, usamos un tubo de cartón, forramos la punta con papel aluminio. Para la otra punta por donde vamos a mirar usamos papel de calcar. Hicimos 48 de estos", contaron los alumnos de primer año de la Escuela Austro de Río Gallegos, quienes viajaron específicamente para el evento.

Otro puntos de concentración en Puerto San Julián ocurrió en el mirador cercano al ex frigorífico Swift, a 13 kilómetros de la ciudad. Hasta allí se trasladaron agrupaciones de ciclistas locales como la de Hijos del Viento, presidida por Martín Pietroboni, quien explicó que suelen "hacer ese tipo de cicloturismo" y que más de 30 ciclistas se sumaron a apoyar la movida.

A ellos se sumaron agrupaciones de otros lugares, como la de Comodoro sobre Ruedas, un equipo de 5 ciclistas provenientes de Comodoro Rivadavia.

A las 17.24 el cielo se oscureció por completo, y tan solo 3 minutos después el eclipse solar alcanzó su punto máximo de anularidad. El anillo de fuego quedó formado, y la emoción y los gritos de euforia no tardaron en llegar. Durante 5 minutos turistas y locales mantuvieron la vista hacia arriba, hacia ese fenómeno natural irrepetible.

El escenario, con el barco réplica del Nao Victoria de fondo, no tardó mucho más tiempo en descomprimirse. Solo los más curiosos permanecieron un poco más, con sus instrumentos propios, como Daniel Fernández, quien ya había contado a Clarín que había venido con su esposa y su gata desde Córdoba por su afición con los eclipses.

Quienes realmente celebraron la convocatoria de 3 días de actividades en torno al eclipse fueron los habitantes de San Julián, que aprovecharon la ola de turistas para organizar una feria holística de artesanos y productores locales en paralelo.

Clarín