Antiguas tradiciones y costumbres de los alemanes del Volga. El Viernes Santo en las colonias de antaño. Por Julio César Melchior
Durante el Viernes Santo la vida cotidiana de las familias prácticamente se detenía, se apagaban las radios, las demostraciones de alegría quedaban suspendidas, los niños tenían prohibido hacer bullicio en sus juegos, las ventanas de las viviendas se mantenían entornadas, había que asistir a misa a la mañana, a las tres de la tarde, hora de la crucifixión de Jesús, y a la noche. Todo en la aldea estaba teñido por el duelo, por demostraciones de luto.
El Viernes Santo era una jornada de riguroso ayuno y abstinencia total de carne. Por lo que las comidas de los almuerzos habituales eran reemplazadas por otras, más austeras, como Kleis, Maultaschen, Schnitt suppe mit Der Kreppel, por citar sólo algunas y dependiendo de la colonia. A la hora del mate, en la mayoría de los hogares, la estrella era el Dünne Kuche con miel. Todos los hogares estaban colmados de visitas. Las comodidades poco importaban. Se dormía dónde se podía, así fuera en el piso. Lo importante era estar juntos para conmemorar la pasión y muerte de Jesucristo, una fecha trascendental no solo para la comunidad sino también para la humanidad.
Nadie quedaba eximido del ayuno, ni los jornaleros, ni los ancianos, ni los niños de más de doce años de edad; tan sólo para los enfermos había una excepción, que debía ser refrendada por el sacerdote. A estas penitencias añadían otras privaciones, tales como la continencia conyugal, la supresión de las bodas y fiestas.
Los fieles concurrían a la iglesia vestidos de colores oscuros o de negro. Era un día totalmente dedicado a la penitencia, el ayuno y la oración.
También se realizaban procesiones por las calles, en las que los niños iluminaban su camino llevando en las manos farolitos (Fackellier), adornados con papel crepé, entonando cánticos religiosos y orando devotamente. En muchas esquinas se instalaban pequeños altares preparados por los vecinos.
Se santificaba no solamente el templo sino también los hogares y los lugares de trabajo y diversión. El espíritu del Viernes Santo tutelaba la vida cotidiana de la sociedad coloniense.
Julio César Melchior lleva más de 30 años dedicados a rescatar y difundir la historia, cultura, tradiciones y costumbres de los alemanes del Volga. Autor de 11 libros (1 traducido al inglés). En estos momentos tiene a la venta tres libros: “Lo que el tiempo se llevó de los alemanes del Volga”, “La infancia de los alemanes del Volga” y “La gastronomía de los alemanes del Volga”. Para más información escribir al correo electrónico juliomelchior@hotmail.com o al WhatsApp 2926 461373. También pueden visitar su blog www.hilandorecuerdos.blogspot.com, con más de 4 millones de visitas.