El padre Roberto Zerrillo recordó con emoción su ordenación sacerdotal de manos del entonces arzobispo Jorge Bergoglio
Desde la ciudad de San Francisco, en la provincia de Córdoba, el sacerdote Roberto Zerrillo compartió con La Nueva Radio Suárez un emotivo recuerdo vinculado a su vocación sacerdotal: su ordenación en el año 2001 en la capilla del colegio Fasta Caterina, en Buenos Aires, realizada por quien por entonces era el arzobispo de la ciudad y luego se transformaría en el Papa Francisco.
“Fue una gran alegría ser ordenado por el arzobispo Bergoglio, quien ya era cardenal. En ese momento no era algo tan extraño en Buenos Aires, pero claro, años después, cuando fue nombrado Papa, todo tomó otro valor. No todos pueden decir que fueron ordenados por el Papa”, señaló Zerrillo entre risas, reconociendo que a veces usaba esa anécdota “para sacar un poco de chapa, como todo argentino agrandado”.
También compartió detalles sobre el estilo de Bergoglio durante las celebraciones litúrgicas: “Era muy serio, muy concentrado, realmente rezaba la liturgia. Pero en el trato personal siempre fue muy abierto, sincero y hasta chistoso. Cuando fue elegido Papa, se volvió aún más expresivo y simpático, algo que, estoy convencido, era necesario para la Iglesia”.
El padre Zerrillo resaltó el legado pastoral del Papa Francisco, especialmente su cercanía con los jóvenes, su mirada inclusiva y su carisma, seguramente influenciado por su formación salesiana. “Él también fue educado con los salesianos, igual que yo. Eso marca mucho en la forma de acercarse a los chicos y a la comunidad”.
Actualmente, Zerrillo reside en San Francisco, Córdoba, una ciudad que describió como “muy parecida a Coronel Suárez”, con fuerte presencia agrícola y una marcada impronta inmigrante, aunque en este caso predominan los descendientes de piamonteses. “Siempre recuerdo con mucho cariño a la comunidad de Suárez, en especial al Colegio Fasta San José, donde fui capellán. Me alegra saber que hoy está en buenas manos, acompañado por el padre Juan Marchetti, con quien compartimos varios años acá en San Francisco”.
Finalmente, compartió su visión sobre el mensaje de Francisco: “La Iglesia somos todos. Y ese mensaje de brazos abiertos, de recibir a todos, en la situación que estén, es el corazón de su pontificado. Fue resistido, sí, pero necesario. Hoy queda su legado y su testimonio”.