Multitudinaria celebración de San Ramón Nonato en la Parroquia
El último sábado se celebró la misa en honor a San Ramón Nonato, el santo que protege a las embarazadas. Fue una misa con una homilía muy significativa, brindada por el padre Ignacio y el diácono Alberto Segui, en relación a la fecha, y su significación. Hubo bendición a las embarazadas.
Muchas mujeres encomiendan su embarazo a este santo, conocido desde hace siglos como el protector de las futuras mamás, de las parturientas y, también, de los recién nacidos.
De hecho, Ramón de Portell recibió el sobrenombre de Nonato (“no nacido”) porque nació mediante una rústica cesárea, cuando su madre ya había muerto.
Durante su vida, además de liberar esclavos en el norte de África, ayudó a muchas mujeres en trabajo de parto, sin tener conocimientos médicos. Por eso, esta colaboración siempre fue tenida por milagrosa.
Ramón nació en Portell, cerca de Barcelona, alrededor del año 1204. Su madre había muerto y el bebé fue extraído de su vientre, al parecer, por acción del vizconde de Cardona. Con los años comenzaron a llamarle Nonato.
Su padre lo autorizó a ingresar a la orden de los mercedarios que, pocos años antes, había creado San Pedro Nolasco. Según la biografía de la Iglesia, sucedió a San Pedro Nolasco como “redentor o rescatador de cautivos” y para cumplir con esa misión fue enviado al norte de África.
La Orden le proporcionó una importante suma de dinero que el sacerdote entregaba a los árabes para que liberaran a los esclavos. Pero un día se le acabó el dinero y entonces tuvo que cambiar de estrategia.
Sin dinero, comenzó a ofrecerse a sí mismo como rehén para lograr la libertad de cautivos. Esta actitud no fue muy recibida y el santo fue tratado con crueldad, aunque logró caminar por las calles para confortar a los cristianos y convertir a algunos musulmanes.
Por su labor evangelizadora, las autoridades lo condenaron a muerte, pero San Ramón Nonato continuó con ella. Resistió los azotes y, durante ocho meses, también soportó que le perforaran los labios para colocarle un candado en la boca (imagen con la se lo representa en muchas pinturas). Finalmente, fue rescatado por otros mercedarios.
Regresó a la Península ibérica, donde, en 1239, recibió el título de cardenal por el papa Gregorio IX, quien, meses más tarde lo convocó a Roma. En 1240 inició el viaje, pero solo llegó a Cardona, a unos diez kilómetros de Barcelona, donde murió el 31 de agosto.
El papa Alejandro VII autorizó su culto en 1657. Sus reliquias permanecen en el convento de San Ramón de Portell, conocido como “el Escorial de la Segarra” debido a sus dimensiones.