Con casi 101 años, así está de hermosa, vital y joven Susana Mendoza

Algunas de las estadísticas, que pintan -un poco, apenas- a Susana Mendoza: tiene 100 años; se está recuperando rápidamente, sin inconvenientes, de una operación de caderas; acumula en apenas diez años 68 viajes por Argentina. Y otra cosa más: a la vuelta de la finalización de este año, el 28 de enero, cumplirá 101 años.

“No me asustó ni la operación, ni nada. Me durmieron de acá para abajo, así que yo sentí todo” dice en el comienzo de la entrevista. Una voz masculina se cuela en este relato, para agregar una anécdota de esta operación: “Se sacaba fotos con las enfermeras”. Quien lo dice es su marido. Susana enviudó hace muchos años y tiene un muy buen compañero de vida, de aventuras: Roberto Luis Paz, que tiene 77 años. Y se ve tan joven, enérgico, vital, como la misma Susana. Es decir, ambos parecen el complemento ideal del otro.

Se conocieron, ¿dónde?: “Que lo cuente ella” indicó Roberto, porque sabe que Susana lo cuenta más lindo, con picardía y poesía. Dice Susana: “Yo quedé viuda, era de acá -por Suárez-, casada con Pecotche y me fui a Bahía Blanca porque tenía mi hija allá”. Y agrega que ahora su hija “se fue también”, relata, y en el transcurso de la entrevista esa frase cobrará todo su significado, porque su hija falleció, lo que indica que su vida no ha estado exenta de pérdidas. Algunas que pueden ser las esperables; otra, como la pérdida de un hijo/a, es muy difícil de sobrellevar para un padre o una madre. Pero en esto también enseña Susana, sobre la forma de enfrentar la vida y todo lo que con ella se viene.

Resulta que en Bahía Blanca Susana ingresó a la comisión de los jubilados, en Villa Cerrito. “En ese tiempo se repartían las bolsas de los jubilados. Yo era tesorera”. Cuenta que un compañero de comisión hablaba mucho de Roberto, “tanto, que un día le dije ‘por qué no me lo traes y me lo presentás’”. Así fue, un día se conocieron, en el medio de un reparto de bolsas. “Lo trajo, me lo presentó, nos dimos un abrazo muy grande, nada de besarnos, sólo un abrazo”. 

Roberto vivía solo, empezaron a salir. ¿Es necesario agregar que a Susana le encanta ir a los bailes, salir a diferentes lugares? Así que le propuso a Roberto que la acompañara en estas recorridas. “Ahí empezó toda la relación” dice Roberto. Luego hicieron un viaje juntos, con la familia Steimbach, de acá de Coronel Suárez, a Merlo. Fue una oportunidad para que Roberto conociera Suárez. Observaban en las caminatas que, según sus propias palabras, “no hay como Suárez. Para mí es lo mejor que hay: las ventanas abiertas ventilando las casas, dejar las bicicletas… Eso en Bahía no se puede hacer”. Así se pusieron en campaña de conseguir una casa, la que finalmente lograron. Así es como los dos, Roberto y Susana, viven ahora en Suárez. Hace 15 años que están en Suárez.

El primer viaje en tour que hicieron fue a los 90 años. Sus hijos le regalaron un viaje, fue a Cataratas. “Y no paramos más, hasta el día de la fecha no paramos”, dicen ambos. Tienen 68 viajes, siempre en micro, con Electro Turismo. A Ushuaia, a Brasil, a Chile, a Uruguay, a Paraguay. Todo el norte argentino. Siempre en micro, nunca quisieron en avión. El último viaje fue a Los Antiguos.

¿Cuáles son los secretos de Susana para lucir tan hermosa, con tanta vitalidad? “Me están diciendo todos los que me ven ‘¡qué hermosa!’. Me van a hacer creer que estoy así”, dice con toda picardía. En la empresa de turismo con la que hacen los viajes, a otros pasajeros les cuentan de la vitalidad de Susana, que ambos, Susana y Roberto, son imparables, no se pierden de ninguna experiencia. “Nunca me he quejado, al contrario, se afligen mas los de alrededor. No me va a pasar nada, les digo”. 

Quedó viuda, perdió una hija y ahí está, de pie, disfrutando de la vida. “Y eso que a la hija la siento muchísimo” dice con congoja. “Pero la vida continúa. He tenido una vida muy bien, siempre en el campo, mi padre trabaja en las estancias. Estudié en un colegio religioso en Pigüé, donde también hice pintura y estudié piano. Me faltaba solo un año para ser profesora, pero no quise, porque estaba cansada a los 17 años de estar en el colegio, en un internado”.

Sobre la elección de su pareja, más de 20 años más joven, dice con toda lógica: “¡Cómo creen que a la edad que tengo me voy a buscar uno de la edad mía!”. Y agrega, “como me gusta andar por todos lados me tenía que buscar a alguien que me acompañe. Un viejo me hubiera dicho que no, que no vamos ni para acá ni para allá”.

¿Qué les diría a otras personas? Responde que se ha encontrado mucho con personas de 80 años, y las veo muy… (Hace gestos de quietas, encorvadas, tristes). Y les digo, nunca quedarse en la casa ahí sentaditas. Nosotros -ahora no, hasta que me recupere- todas las tardes salimos. Y caminamos 12, 13 cuadras. Cuando hace mucho frío, no podemos salir, ¿sabés que aburrido quedarse encerrada? Mi trabajo es esto (señala un libro de sopa de letras, crucigramas), las sopas”, dice esta mujer que tiene 100 años, se encamina a los 101 y luce como de 70. 

“Ojalá que esto sirva de experiencia para aquella persona que está muy triste. La vida es hermosa”, finaliza Roberto.