Edelvina y Maruca: una amistad que nació en la vida adulta y una enseñanza de vida de ambas, para quien quiera verlo
Las dos tienen la bonanza pintada en los ojos. También la alegría de vivir, de disfrutar, de compartir buenos momentos.
Ambas se conocieron haciendo actividades en el Consejo de Personas Mayores. Las dos son participantes de la Comparsa. No se pierden mañanas de juego, actividades de invierno o de verano, carnavales, tallarinadas… no se pierden nada, en realidad. Y eso está buenísimo, para ellas mismas, sobre todo. Son un ejemplo del buen vivir la vida adulta mayor.
No es que no hayan sorteado dolores, momentos de angustia, pérdidas de seres queridos. Aprendieron a ponerse de pie; con la ayuda de terceros que bien las quieren salieron adelante y acá están disfrutando de todo lo que pueden hacer.
María Montes de Oca tiene 94 años. Todos la conocen como Maruca. Edelvina Wagner tiene 91 años. Se anotaron en muchos de los juegos de Torneos y aunque no clasificaron para la final de Mar del Plata, si Dios quiere, allí estarán, especialmente invitadas por la Provincia porque desde su edad y su actitud de vida dan un mensaje y un ejemplo, digno de seguir.
Maruca es la de los remedios caseros, la que antes de acostarse se toma un té de cedrón con limón. La que prepara una cataplasma de algún yuyito y la que a los dolores de articulación los enfrenta… aplicándose vinagre. La que recibe interminables aplausos en cada carnaval de Guaminí o de otros lugares, cuando se presenta la Comparsa de Coronel Suárez. “Es que la quieren muchísimo, es tan buena” explica Edelvina.
Edelvina es quien, aunque no le gusta cocinar -aprendió y lo hizo por obligación para atender a la familia-, en la tallarinada del último domingo de la Comparsa amasó tallarines para los concurrentes: ¡4 kilos de harina!, relata. Es también de profesión modista, por lo que los trajes de la Comparsa y del cuerpo de baile alemán que tiene el Consejo de Personas Mayores pasaron por sus manos y su dirección, con la ayuda de muchas otras manos.
Se conocieron cuando empezaron las actividades, se hicieron amigas. Son las compañeras de juegos como el tejo y de otras actividades. En torno a Maruca hay una anécdota, que según quién la relate tiene variaciones. Resulta que hace unos años atrás quería jugar en Torneos y no queda muy claro si por error de alguien en el Consejo de Personas Mayores, por alguna equivocación, quedó anotada en natación. Le contaron a su hijo: “Tu mamá se anotó para competir en natación”. Respondió, “¡Si mi vieja no sabe nadar, le tiene miedo al agua!”. Resulta que pasó al regional, porque a nivel local no se había anotado otra persona. Hizo el esfuerzo Maruca: fue durante un mes a tomar clases de natación, pero no pudo avanzar mucho. ¿Y qué pasó, entonces? El día de la competencia se manifestó con una dolencia, para no concurrir. Pero queda como anécdota de su empuje y decisión.
Es hermoso verlas a las dos, amigas en la vida adulta, queriéndose mucho, respetándose y cuidándose la una a la otra. Compañeras y amigas de aventuras, de juegos, de jornadas compartidas, donde la vida se disfruta. De verdad, ambas son un magnífico ejemplo de vida.