Guillermina Alebuena: “Ante el diagnóstico de cáncer no hay que compararse. Hay que buscar ayuda, no quedarse solos con el dolor”
Guillermina Alebuena es terapista ocupacional, miembro del equipo de trabajo del área de Cuidados Paliativos del Hospital Municipal y compartió, en La Nueva Radio Suárez, una experiencia personal que debió atravesar recientemente vinculada a su salud, a fin de abrir su vivencia a quienes puedan estar pasando por algo similar o necesiten un acompañamiento.
“Hace dieciocho años que trabajo en tratamiento del dolor y cuidados paliativos, once años que lo hago en el Hospital de Coronel Suárez y la mayoría de mis pacientes son oncológicos” comenzó aclarando la entrevistada, quien recordó que en junio de 2023 viajó a Bahía Blanca a hacerse los controles ginecológicos de rutina, donde le descubrieron una imagen sospechosa: “Me sugirieron hacer una biopsia de punción, cuando me dieron el informe y leí la palabra ‘carcinoma’ fue suficiente para que mi mundo se detuviera porque al trabajar en salud uno tiene conocimiento y se asusta más porque sabe lo que es. Yo sabía que era un tumor maligno y ahí comenzó todo. Siempre lo viví con mis pacientes y me tocó atravesarlo a mí” compartió, agregando que para ella el diagnóstico de cáncer “fue un antes y un después, una disrupción en el curso de la existencia, porque uno tiene una vida relativamente normal con su trabajo, su familia y de repente, a partir de ese diagnóstico, uno tiene que someterse a cirugías y tratamientos, sumado a que vivimos en una ciudad que no tiene estudios de alta complejidad, por lo que debemos trasladarnos con todo lo que eso significa. Hay que hacer una organización familiar para viajar y es todo un trastorno impresionante”.
En septiembre del 2023 Alebuena se sometió a una cirugía sobre la que recuerda haberlo pasado mal: “Si bien cada caso es distinto y tiene diferentes tratamientos, a mí me tuvieron que realizar una mastectomía, que es cuando se hace la extirpación de la mama, que fue bravísima y con mucho dolor. Hay desgarro del musculo pectoral, hinchazón, edemas de la zona quirúrgica, hematomas. Una queda con mucha limitación del brazo, del hombro, porque se lesionan los músculos y los nervios; yo estuve ocho meses sin sensibilidad” relató la entrevistada, asegurando que fueron días muy difíciles con lo que conllevó todo ese proceso en términos físicos y psicológicos.
En esa línea, destacó también que quien acompaña sufre mucho: “Yo siempre tuve conciencia de mi propia finitud y es algo que trabajé en distintas jornadas que he hecho, pero cuando te dan un diagnóstico te enfrentas con tu propia muerte, que no siempre es así porque si se detecta a tiempo el cáncer se puede tratar, pero cuando te dan el diagnóstico es lo primero que uno piensa. Por eso, es importante estar acompañado” dijo Alebuena, agregando que “el miedo, el sufrimiento y la muerte forman parte de la vida y es inevitable porque todos vamos a pasar por momentos duros y es importante encontrar esperanza y fortaleza en un ser superior. Yo me aferré a Dios porque humanamente es difícil de sobrellevar. También aferrarse a la familia y a los amigos” agregó la entrevistada, que resaltó el rol fundamental de los profesionales que acompañan con claridad: “Yo no tengo palabras para la doctora Jáuregui porque fue quien me orientó. Yo me bloquee con el diagnóstico porque el impacto emocional fue fuerte. Es necesario tener un profesional claro y que acompañe con las pautas” sostuvo, asegurando que su experiencia en el área de Cuidados Paliativos la ayudó a ella, en cierto punto, a atravesar su propio proceso: “Todo lo que yo me formé, lo que estudié y mi trabajo me ayudaron a enfrentar de manera positiva el proceso. Hice los ejercicios que les hago a mis pacientes, que son terapéuticos y personalizados, porque todos tenemos diferentes condiciones físicas y estadios de la enfermedad. Me auto rehabilité, fui mi propia terapeuta” aseguró, contando que también debió atravesar la etapa de reconstrucción, siempre trabajando en base a sus terapias, pero manteniéndose activa: “Estaba de Directora en el Hogar de Ancianos, trabajé hasta dos días antes de la cirugía y seguí ad honorem en el Hospital porque no quería dejar el servicio. Quería seguir ayudando a otros y reconectar con lo mío” contó.
Por otro lado, y más allá del acompañamiento de su familia, de sus amigos y sus hijas, Guillermina Alebuena destacó la importancia que cobra darse el lugar a uno mismo y permitirse sentir y hablar: “Yo lloré muchísimo porque esta enfermedad se caracteriza por la incertidumbre y está bueno poder permitirse estar triste, llorar, hacer actividades, hacer cosas que a uno le hagan bien; y es necesario que quien acompaña pueda respetar eso, porque quizás no lo hacen con maldad, pero el paciente no tiene fuerza ni energía por la situación emocional que uno vive y por los tratamientos”.
Concluyentemente, compartió que en la actualidad ella se siente bien y toma la experiencia vivida para complementar su trabajo: “Yo siempre fui empática con mis pacientes, pero haberlo vivido me hizo comprender el dolor. Como profesionales de la salud no tenemos que minimizar el dolor del paciente, sea físico, espiritual, psicológico o social” resaltó, previo aconsejar a quienes quizás estén atravesando una situación similar que no se comparen, “porque todos somos únicos y por ahí un mismo diagnóstico tiene distintas conductas y distintos tratamientos, y si nos comparamos nos vamos a angustiar; las comparaciones no sirven y hay que buscar ayuda, no quedarse solos con el dolor” cerró Guillermina Alebuena.