Sor Geneviève, la monja “terrible” que lloró al costado del féretro de Francisco y cuya historia tiene un link con Argentina
Los funcionarios eclesiásticos fueron los primeros en ofrecer su saludo final al Sumo Pontífice, respetando un estricto protocolo de seguridad. Geneviève no pasó desapercibida al pararse frente al féretro y quedarse inmóvil, llorando durante varios minutos.
Miles de personas comenzaron a peregrinar este miércoles por la nave central de la Basílica de San Pedro para darle su último adiós al Papa Francisco, el Pontífice que flexibilizó en muchos aspectos las estrictas normas de la Iglesia Católica, tanto institucionales como espirituales.
Los funcionarios eclesiásticos fueron los primeros en ofrecer su saludo final al Sumo Pontífice, respetando un estricto protocolo de seguridad. No obstante, una monja no pasó desapercibida al pararse frente al féretro y quedarse inmóvil, llorando durante varios minutos, algo inesperado y fuera del reglamento.
Ante la sorpresa de los presentes, así como de la prensa apostada en el lugar, se pudo saber luego quién era la religiosa: se trata de Geneviève Jeanningros, una monja de 81 años amiga del Papa, cuya biografía está ligada al capítulo más oscuro de la historia reciente de Argentina.
Sor Geneviève forma parte de la Orden de las Hermanitas de Jesús y, además, es sobrina de Léonie Duquet, una de las monjas francesas secuestradas durante la última dictadura cívico militar.
Es hija de la hermana de Duquet, quien fue secuestrada el 10 de diciembre de 1977 y estuvo cautiva en la exESMA junto con su compañera, Alice Domon. Ambas fueron torturadas y desaparecidas. Fue el represor Alfredo Astiz, condenado por delitos de lesa humanidad, quien encabezó las tareas de espionaje antes del secuestro de las dos religiosas.
Discípula de Francisco: una monja que “hace lío”
Francisco apodó a Geneviève “l’enfant terrible” (la niña terrible), ya que siguiendo el mandato del Pontífice, se dedica a “hacer lío”: desde hace 56 años asiste a personas transexuales, prostitutas y a los feriantes de Ostia, localidad de la costa de la región del Lacio. Además, cada miércoles, asiste a las audiencias generales en el Vaticano con estos grupos con los que trabaja a diario.
Jeanningros, cercana al Papa, guardará para siempre un gesto que tuvo Francisco ni bien asumió. En su primer viaje como Pontífice a Lampedusa, Jorge Bergoglio pasó por Ostia y visitó la congregación de las Hermanitas de Jesús. Allí estaba Sor Geneviève, con su sonrisa fresca, celebrando la llegada del Papa argentino, quien con el tiempo, le abriría camino para poder llevar a cabo su obra cristiana con los grupos más marginados y juzgados por todas las cúpulas de todas las instituciones religiosas. (DIB) ACR